CONCURSOS Y MICRORRELATOS


Cuando a uno le gusta escribir es inevitable terminar fijándose en la gran variedad de concursos de escritura que hay en Internet. Microrrelatos, poesías, novelas, ensayos… Hay todo un mundo de premios, publicaciones y gente a la que conocer. Todo para obtener cierto reconocimiento. Para sentir cómo otros compañeros de afición (o más que afición, profesión) me valoran. Unas buenas palabras provenientes de algún escritor semiprofesional alimentarán esas ganas por escribir que llevo dentro. Soñar que tal vez, algún día muy muy lejano, quizás pudiese dedicarme por completo a la escritura y ser reconocido como un auténtico escritor de renombre. Cierto renombre al menos. 

Como no iba ser menos, llevo participando en este tipo de concursos algunos años. A veces con más acierto, otras con menos. Pequeñas menciones, alguna publicación… Nunca he llegado a la primera posición de un concurso. Sin embargo,  aun así, hay algunos detalles que me hacen sonreír. Como el hecho de imaginarme a unos expertos analizando mis textos para ver si merecen ser premiados o dejados a un lado. Sabios con el rostro fruncido leyendo mis palabras. ¡Ja! Quien me iba a decir a mí que unas personas con cosas mucho más interesantes que hacer o que leer, iban a estar valorando algo que yo había escrito.

Aquí os traigo el último relato con el que hice perder algo de tiempo a un jurado para haceros perder un poquito de vuestro tiempo también. Espero que disfrutéis porque intentaré que perdáis más tiempo conmigo en muchas más ocasiones.
EL NACIMIENTO

Cuando abrí los ojos, no era yo quien los abría. Era ella. Eva había conseguido tomar el control y ahora sonreía orgullosa y satisfecha. Después de tanto tiempo enfrentándome a varios trastornos de identidad y acudiendo a expertos en busca de ayuda, no conseguí evitar este desenlace. Y aquí estoy despojado de todo poder, pequeño y vulnerable ante el dominio que Eva ejerce sobre mí. Ya no hay vuelta atrás. Me quedaré atrapado en un rincón de mi propia mente. Su mente. Como un vano recuerdo de lo que una vez fui.
Cuando Eva se levanta, o debería decir cuando yo me levanto, lo primero que hago es mirarme en el espejo. Me miro con una media sonrisa y gesto desaprobador. Iba a necesitar algunos cambios, eso resultaba obvio. La masculinidad que este cuerpo tuvo en el pasado ya no tenía cabida. Ahora mi postura había cambiado. Mis gestos eran otros. Incluso mi propio gato me bufaba como si no supiese quien era.
Por fin podría mostrarme al mundo sin miedo. Porque yo, tras una interminable lucha interior, había descubierto quién era realmente. Siempre estuvo ahí. Esa voz interior que me hacía ver que no encajaba. Pero esa voz, que al principio era un susurro se fue convirtiendo en una conversación, incluso en un fuerte grito que sentía constantemente en la parte trasera de la cabeza. Y al final sucumbí a ese grito. A sus argumentos. 
Nada podía hacerme cambiar de opinión y nada podía pararme. Cuando la gente girase la cabeza al verme pasar, yo me erguiría orgullosa y… feliz. Porque era feliz. Al fin y al cabo, eso es de lo que se trata, ¿no creen?

Comentarios

  1. Me temo, amigo mío, que leerte, nunca será una pérdida de tiempo. Y más si nos sigues presentando publicaciones como esta.

    ResponderEliminar

Publicar un comentario

Entradas populares de este blog

MUERTE

Carta de despedida (desamor)

DEMONIOS